La presente es una selección de contenidos de BIOLOGÍA para quinto año.
Lee los siguientes contenidos (la letra negrita es el tema "Grande" y va junto con lo que le sigue hasta la siguiente negrita). Infórmate brevemente sobre ellos para obtener conocimientos que te permitan identificar con cuál de ellos quieres trabajar, sobre cuál te interesa conocer más.
La importancia de las plantas en la formación de la
atmósfera terrestre.
- Las alteraciones actuales de la atmósfera. Las causas y las
consecuencias.
- Los estomas en el intercambio gaseoso.
El ambiente y la salud.
- Las áreas protegidas.
- La forestación.
- La protección de flora y fauna.
Los órganos y aparatos respiratorios de acuerdo al
ambiente.
- La respiración cutánea.
- La respiración branquial.
- La respiración traqueal.
- La respiración pulmonar.
- La respiración en microorganismos.
El intercambio de gases: la hematosis.
Los nutrientes.
- El transporte a través de la sangre hasta las células (respiración
celular oxibiótica).
- El aparato circulatorio: circulación doble, completa, cerrada.
lunes, 30 de abril de 2018
miércoles, 25 de abril de 2018
La caja de Pandora - Leyenda
Hace mucho, muchísimo tiempo, cuando
nuestro mundo se hallaba en la infancia, había un niño llamado Epimeteo, que
nunca había tenido padre ni madre, y para que no estuviera solo, otra niña,
procedente de un lejano país, y que se llamaba Pandora, fue llevada a vivir con
él.
La primera cosa que vio Pandora al
entrar en la casa en que vivía Epimeteo, fue una gran caja, y casi
inmediatamente después de haber atravesado el umbral, preguntó qué había en
ella.
—Mi querida Pandora —contestó Epimeteo
—es un secreto. La caja fue dejada aquí, para que estuviese bien guardada; y yo
mismo no sé lo que contiene.
—Pero ¿quién te la dio? —preguntó
Pandora —¿De dónde procede?
—Una persona de aspecto risueño e
inteligente la dejó ante la puerta antes de que llegaras tú; y según vi, apenas
podía contener la risa al hacerlo.
—Ya lo conozco,—dijo Pandora
pensativa—era Mercurio. Éste fue quien me trajo, y sin duda hizo lo mismo con
la caja. Estoy segura de que es para mí, y probablemente, contiene hermosos
trajes y juguetes o bien una golosina.
—Es posible—contestó Epimeteo
alejándose—pero hasta que Mercurio regrese y nos autorice para ello, no tenemos
el derecho de abrirla.
—¡Qué muchacho tan tímido! —murmuró
Pandora, cuando el niño salía de la casita. —Me gustaría que fuese más animoso.
Y en cuanto Epimeteo se marchó, la niña
se quedó mirando el objeto que había despertado su curiosidad.
Las esquinas de la caja aparecían
talladas con mucho arte y primor. En los lados había figuras muy graciosas de
hombres, mujeres y lindísimos niños. La cara más bonita de todas había sido
esculpida en alto relieve, en el centro de la tapa. Ninguna otra particularidad
se advertía, exceptuando la obscura y lisa riqueza de la madera pulimentada y
el rostro del centro con unas guirnaldas de flores sobre sus cejas.
La caja permanecía bien cerrada y no
por una cerradura u otro medio semejante, sino con una cuerda de oro cuyos dos
extremos estaban atados de un modo tan complicado, que, probablemente, nadie
habría logrado deshacer el nudo. Y, sin embargo, precisamente al ver tal
dificultad, más deseos sentía Pandora de examinarlo, a fin de averiguar cómo
había sido hecho.
—Creo—se dijo—que ya sabré des-hacerlo
y luego atarlo otra vez, y como de ello no ha de resultar ningún daño…
Ante todo, trató de levantar la caja.
Elevó un lado algunos centímetros y la dejó caer, produciendo algún ruido. Un
momento después le pareció oir que dentro se removía algo. Aplicó el oido y
escuchó. Sin duda alguna se percibían dentro algo así como murmullos apagados.
Y al retirar la cabeza, sus ojos se
clavaron en el nudo de la áurea cuerda.
—No hay duda de que quien hizo este
nudo es persona muy ingeniosa, se dijo —pero me parece que lo podré deshacer.
Entretanto los brillantes resplandores
del sol atravesaron la abierta ventana. Pandora se detuvo para escuchar, pero
al mismo tiempo e inadvertidamente, retorció algo el nudo, y con gran sorpresa
vio que la cuerda de oro se había desatado por sí misma, como por magia.
—¡Que cosa tan extraña! —exclamó la
niña. —¿Qué dirá Epimeteo? —¿Sabré hacer otra vez el nudo?
Hizo una o dos tentativas para
conseguirlo, pero pronto vio que tal intento era muy superior a su destreza.
Así, pues, nada podía hacer, sino dejar la caja desatada hasta el regreso de
Epimeteo.
Entonces la niña pensó que su amigo
creería que había mirado el interior de la caja, y no siéndole posible evitar
que así se lo figurara, díjose que lo mejor era justificar tal sospecha
satisfaciendo su curiosidad… No habría podido asegurar si era ilusión o no,
pero le parecía que algunas voces murmuraban dentro de la caja:
—¡Déjanos salir, querida Pandora,
déjanos salir! ¡Seremos para ti muy buenos compañeros de juego! ¡Oh, déjanos
salir!
—¿Quién será? —pensó Pandora.— Sin duda
hay alguien vivo dentro. Sí, seguramente. Voy a dar una mirada, sólo una y
luego volveré a cerrar.
Pero ya es tiempo de que veamos lo que
hacía Epimeteo.
Aquella era la primera vez, desde que
llegara su compañera de juegos, que iiabía tratado de divertirse solo, pero
como se aburría, decidió interrumpir sus juegos y volver a donde estaba
Pandora. En el momento en que iba a entrar en la casita, la mala niña tenía la
mano a punto de levantar la tapa de la caja, y Epimeteo la vio. Si él la
hubiera avisado dando un grito, Pandora, probablemente, habría retirado la mano
de la caja; y tal vez no fuera conocido aún el fatal misterio que guardaba.
Cuando Pandora levantó la tapa, el aire
se obscureció porque una nube negra salió de ella y se extendió ante el sol,
ocultándolo completamente. Luego, durante algunos instantes, se oyó un murmullo
y una serie de gruñidos que pronto se transformaron en un fragor parecido al
estampido del trueno… Pero Pandora, sin hacer caso de ello, acabó de levantar
la tapa de la caja y miró a su interior.
Pareció como si una multitud de seres
alados pasaran rozándole el rostro, huyendo del encierro, y en el mismo
instante oyó la voz de Epimeteo que exclamaba en tono lastimero, como si
experimentara algún dolor:
—¡Oh, me han picado! ¡Me han picado!
¡Perversa Pandora! ¿Por qué has abierto esa maldita caja?
La niña dejó caer la tapa e
incor-porándose miró a su alrededor para ver qué le había ocurrido a Epimeteo.
La nube que se había formado obscureció de tal modo la habitación que apenas
podía divisarse lo que en ella había. Pero oyó un desagradable zumbido, como si
por allí revolotearan enormes abejorros. En cuanto sus ojos se hubieron
acostumbrado a la imperfecta luz que reinaba, vio un enjambre de feas y
asquerosas figuras provistas de alas de murciélago y armadas de terribles aguijones
en sus colas, una de las cuales fue la que picó a Epimeteo. Pocos ins-tantes
después también Pandora empezó a quejarse, pues sentía no menos dolor y miedo
del que experimentara su compañero de juegos, pero sus quejas fueron más
ruidosas que las de Epimeteo. Un repugnante y ruin monstruo se posó en su
frente, y la habría herido tal vez de gravedad, si Epimeteo no lo hubiera
impedido.
Ahora, si desea saber el lector quienes
eran aquellos feos seres evadidos de La caja en que estaban prisioneros, le
diremos que formaban la familia completa de los males. Había malas Pasiones,
muchas especies de Cuidados, más de ciento cicuenta Dolores y Tristezas, gran
número de Enfermedades y, en fin, más formas de Maldad de lo que es dable
imaginar. Entretanto no sólo Pandora, sino también Epimeteo, ha-bían sido
gravemente picados y sufrían mucho, cosa que les parecía tanto más intolerable,
cuanto que era el primer dolor que sentían desde que existía el mundo. Por esta
razón estaban de muy mal humor y muy disgustados uno de otro.
Epimeteo se sentó en un rincón dando la
espalda a Pandora y ésta, por su parte, se dejó caer al suelo, apoyando la
cabeza sobre la fatal y abominable caja. Lloraba amargamente como si su corazón
fuera a destrozarse.
De pronto se oyó un golpecito
proce-dente del interior de la caja.
—¿Quién podrá ser? —se preguntó
Pandora, levantando la cabeza. En cuanto a Epimeteo, o no había oído el golpe,
o estaba demasiado preocupado para hacer caso de él. Sea como fuere, no
contestó.
—¿Por qué no me hablas? —exclamó
Pandora sollozando
Y entonces se oyó nuevamente el
golpecito, procedente del interior de la caja. Era tan suave que parecía como si
lo dieran los dedos de una hada.
—¿Quién eres? —preguntó Pandora
sintiendo aún cierta curiosidad.
Una vocecita dulce contestó a sus
palabras, diciendo:
—¡Levanta la tapa y lo verás!
—No, no—contestó Pandora echán-dose a
llorar de nuevo. —Ya estoy escarmentada de haber abierto la caja. ¡Ya que estás
encerrada, no saldrás!
Y miró a Epimeteo mientras hablaba,
solicitando su aprobación a lo que acababa de decir. Pero el muchacho sólo
murmuró que tal prueba de buen iuicio era tardía.
—¡Ah! dijo nuevamente la dulce vocecita
—obrarás bien dejándome salir. No soy como esos monstruos que tienen aguijones
en la cola. Ven, hermosa Pandora. Estoy segura de que me de-jarás salir.
Y había un encanto tal en el tono de
aquella voz, que casi era imposible negarse a lo que pedía. Pandora, al oiría,
sentía disiparse su tristeza y Epimeteo, que continuaba en su rincón, volvió la
cabeza mostrando en su aspecto mejor humor que antes.
—Querido Epimeteo—exclamó Pandora,
—¿has oido esa vocecita?
—Sí, contestó él, todavía malhumorado—y
¿qué?
—¿Te parece que abra otra vez la caja?
—Obra como quieras —replicó Epimeteo.
—Después de lo hecho ya no importa que repitas tu imprudente acción.
—Podrías hablarme con alguna mayor
bondad —murmuró la niña enjugándose los ojos.
—¡Si estás deseando verme!—gritó la
vocecita, dirigiéndose a Epimeteo. —Ven, querida Pandora, abre porque tengo
gran prisa por consolarte.
—¡Epimeteo! —exclamó Pandora —Suceda lo
que quiera, estoy resuelta a abrir la caja.
—Y, como la tapa parece muy pesada,
—dijo el niño atravesando la habitación —yo te ayudaré.
Y así los dos niños unieron sus fuerzas
para abrir nuevamente la caja. Salió de ella un personaje sonriente, cuyo
cuerpo parecía formado con rayos de sol.
Empezó a revolotear por la estancia,
iluminando los lugares en que se posaba. Se llegó a Epimeteo, y tocó
ligeramente con uno de sus dedos el lugar donde le había picado el Dolor y en
el acto el niño dejó de sentir sufrimiento alguno. Luego besó a Pandora en la
frente y el daño que le causara el Mal fue tambiér inmediatamente curado.
—¿Quién eres, hermosa criatura?—
exclamó Pandora—
—Soy la Esperanza —contestó el
brillante ser.
—Tus alas tienen el color del arco iris
—añadió la niña. —¡Qué hermosas son!
—Sí, son como el arco iris —dijo la
Esperanza —porque aun cuando mi naturaleza es alegre, estoy formada de lágrimas
y de sonrisas.
—¿Querrás quedarte para siempre a
nuestro lado? —preguntó Epimeteo.
—No me moveré mientras me necesitéis
—contestó la Esperanza sonriendo. —No os abandonaré mientras viváis en el
mundo. Sí, queridos niños, sé que más tarde os será otorgado un don
inapreciable.
—¡Oh, dínos cual!
—No me lo preguntéis —repuso la
Esperanza poniéndose un dedo en sus rosados labios. —Pero no desesperéis, aun
cuando nunca gozaseis en esta vida de la felicidad que os he anunciado. Creed
en mi promesa, porque es verdadera.
—¡Creemos en ti! —gritaron a coro
Epimeteo y Pandora.
Y así lo hicieron, y no solamente
ellos, sino que también todo el mundo ha confiado en la Esperanza, que desde
entonces vive en el corazón de los hombres.
Tal es el poético ropaje con que la
imaginación griega ha vestido la caída de los progenitores del linaje humano,
que con diversas formas se nos presenta en las tradiciones y mitos de los
pueblos antiguos.
martes, 24 de abril de 2018
Declaración de los derechos de la mujer
Artículos de La Declaración de los Derechos de la mujer son los siguientes (1791):
1 - La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las
distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.
2 - El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos
naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la
libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la
opresión.
3 - El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación
que no es más que la reunión de la Mujer y el Hombre: ningún cuerpo, ningún
individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellos.
4 - La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que
pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer
sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos
límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón.
5 - Las leyes de la naturaleza y de la razón prohíben todas las
acciones perjudiciales para la Sociedad: todo lo que no esté prohibido por
estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y nadie puede ser
obligado a hacer lo que ellas no ordenan.
6 - La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las
Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por
medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos; todas las ciudadanas
y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente
admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus
capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y sus talentos.
7 - Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y
encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las mujeres obedecen como los
hombres a esta Ley rigurosa.
8 - La Ley sólo debe establecer penas estrictas y evidentemente
necesarias y nadie puede ser castigado más que en virtud de una Ley establecida
y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada a las mujeres.
9 - Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá todo el
rigor de la Ley.
10 - Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales;
si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener también igualmente
el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden
público establecido por la Ley.
11 - La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno
de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la
legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues,
decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece, sin que un prejuicio
bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de responder por el
abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.
12 - La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana implica
una utilidad mayor; esta garantía debe ser instituida para ventaja de todos y
no para utilidad particular de aquellas a quienes es confiada.
13 - Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de
administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son las mismas;
ella participa en todas las prestaciones personales, en todas las tareas
penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución de los puestos,
empleos, cargos, dignidades y otras actividades.
14 - Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí
mismos o por medio de sus representantes, la necesidad de la contribución
pública. Las Ciudadanas únicamente pueden aprobarla si se admite un reparto
igual, no sólo en la fortuna sino también en la administración pública, y si
determinan la cuota, la base tributaria, la recaudación y la duración del
impuesto.
15 - La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la
contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a todo
agente público.
16 - Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté
asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene constitución;
la constitución es nula si la mayoría de los individuos que componen la Nación
no ha cooperado en su redacción.
17 - Las propiedades pertenecen a todos los sexos reunidos o separados;
son, para cada uno, un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado de
ella como verdadero patrimonio de la naturaleza a no ser que la necesidad
pública, legalmente constatada, lo exija de manera evidente y bajo la condición
de una justa y previa indemnización.
Declaración de los derechos del hombre
Selección de los Artículos de La Declaración Universal
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano son los siguientes (26 de Agosto de
1789):
I. Los hombres nacen y permanecen
libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden
fundarse en la utilidad común.
II. La finalidad de toda asociación política es la conservación de los
derechos naturales e imprescriptibles
del hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la
resistencia a la opresión.
IV. La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a
los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los que garantizan a los
demás miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos límites
sólo pueden ser determinados por la ley.
VII. Ningún hombre puede ser acusado, arrestado y mantenido en confinamiento,
excepto en los casos determinados por la ley, y de acuerdo con las formas por
ésta prescritas. Todo aquél que promueva, solicite, ejecute o haga que sean
ejecutadas órdenes arbitrarias, debe ser castigado, y todo ciudadano requerido
o aprendido por virtud de la ley debe obedecer inmediatamente, y se hace
culpable si ofrece resistencia.
VIII. La ley no debe imponer otras penas que aquéllas que son estricta y
evidentemente necesarias; y nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley
promulgada con anterioridad a la ofensa y legalmente aplicada.
IX. Todo hombre es considerado inocente hasta que ha sido declarado convicto.
Si se estima que su arresto es indispensable, cualquier rigor mayor del
indispensable para asegurar su persona ha de ser severamente reprimido por la
ley.
X. Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aún por
sus ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del
orden público establecido por la ley.
XI. Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno
de los más valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir
y publicar libremente, excepto cuando tenga que responder del abuso de esta
libertad en los casos determinados por la ley.
XII. Siendo necesaria una fuerza pública para garantizar los derechos del
hombre y del ciudadano (…)
martes, 17 de abril de 2018
miércoles, 4 de abril de 2018
ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS.- Lewis Carroll.
EL AUTOR
Sus antepasados procedían principalmente del norte de Inglaterra, con algunas conexiones irlandesas. Conservadores y miembros de la High Church anglicana, la mayoría de ellos se dedicaron a las dos profesiones características de la clase media-alta inglesa: el ejército y la Iglesia. Su bisabuelo, llamado también Charles Dodgson, llegó a ser obispo; su abuelo, otro Charles, fue capitán del ejército y murió en batalla en 1803. El padre de Lewis Carroll prefirió, tras casarse en 1827 con su prima, convertirse en párroco rural.
El joven Charles inició su educación en su propia casa.
Su temprana carrera académica osciló entre sus éxitos, que prometían una carrera explosiva, y su tendencia irresistible a la distracción. A causa de su pereza, perdió una importante beca, pero, aun así, su brillantez como matemático le hizo ganar, en 1857, un puesto de profesor de matemáticas en Christ Church, que desempeñaría durante los 26 años siguientes. Cuatro años después fue ordenado diácono. Murió el catorce de enero de 1898 de una bronquitis, unos días antes de cumplir los 66 años.
Contexto histórico social del autor
Lewis Carroll refleja en Alicia las características de la era Victoriana, época en la que vivió y escribió. Son constantes las alusiones a los ideales de su época. Ideales tales como: progreso científico, económico, social y tecnológico; espíritu de descubrimiento y de aventura; espíritu religioso.
Otra característica de la época, es que esta sociedad es la creadora del juego recreativo. Juegos como el Backgammond, el rugby, el criquet o el tenis son puestos de moda y extendidos por toda Europa. Carrol hace sin duda, una apología sobre el juego, ya que éste es un elemento clave en la historia de Alicia. ¿Qué es Alicia sino un juego? Un juego de naipes en la primera parte y un juego de ajedrez en la segunda.
Es en ese contexto donde debemos situarnos para entender los libros de Lewis Carroll.
Alicia se encuentra en un mundo absurdo, donde tendrá constantes, y a veces tormentosas, pérdidas de identidad y experimentará en sus propias carnes todo tipo de problemáticas con el lenguaje.
Algunos victorianos adinerados descuidaron a sus hijos, dejándolos al cuidado de las enfermeras, niñeras y otros profesionales. Los niños a menudo vivían en internados, mientras que las niñas se les enseñaban por lo general en el hogar con una institutriz. El énfasis para todos los niños, pero en especial las niñas, fue en el aprendizaje de modales y la forma de encajar en la sociedad. Aunque al final del siglo se vio una tendencia hacia la educación de las mujeres en materias que se enseñan a los hombres, como el latín y las matemáticas, este cambio sólo afectó a una pequeña porción de la población, en particular a las clases altas.
Este énfasis en los modales y la buena educación se ve en las aventuras de Alicia. Ella siempre está disculpándose cuando descubre que ha ofendido a alguien, y que regaña a la Liebre de Marzo por su comportamiento grosero. Sin embargo, Carroll parece compartir la opinión de que la infancia fue una época dorada en la vida de una persona. Por otro lado, las propias experiencias de Alicia sugieren que Carroll sintió que los sentimientos y las emociones de los niños eran plenamente tan complejos como cualquier emoción adulta lo que va en contra de la sociedad Victoriana sobre la conducta correcta de los niños.
Este énfasis en los modales y la buena educación se ve en las aventuras de Alicia. Ella siempre está disculpándose cuando descubre que ha ofendido a alguien, y que regaña a la Liebre de Marzo por su comportamiento grosero. Sin embargo, Carroll parece compartir la opinión de que la infancia fue una época dorada en la vida de una persona. Por otro lado, las propias experiencias de Alicia sugieren que Carroll sintió que los sentimientos y las emociones de los niños eran plenamente tan complejos como cualquier emoción adulta lo que va en contra de la sociedad Victoriana sobre la conducta correcta de los niños.
El lenguaje es poético y bello, y como todo buen escritor para niños, coloca al lector rápidamente en contacto con los personajes.
Rompe con la literatura convencional, con la moraleja de las fábulas y el realismo puro del romanticismo, al mismo tiempo que presenta una mezcla magistral entre el sueño y la realidad, lo que permite construir un espacio imaginario. Cada diálogo, cada expresión, cada frase, todo este cúmulo de recursos narrativos, parece a veces haber surgido de la mente de un loco genio.
VALORACIÓN
Un delicioso entramado de situaciones inverosímiles y absurdas, de seres singulares e inolvidables, de pasajes oníricos y de juegos con el lenguaje y con la lógica. El cuento simboliza el momento en que el niño, al dejar de serlo, comienza a penetrar en el fascinante, misterioso y absurdo mundo de los adultos. Al descender por la madriguera del Conejo, Alicia está avanzando en el tiempo hacia ese momento, ya cercano, en el que ingresará en el mundo social de los mayores. Y al llegar al fondo de la madriguera, el primer dilema que se le plantea es si beber o no de ese frasco que hay encima de la mesa, si crecer o no crecer, es decir, si hacerse o no hacerse adulto, de ese adulto que siempre tiene prisa... -es tarde, es tarde...
En el mundo de los adultos, tal como descubre Alicia, todos o casi todos los valores son convencionales. Como en un juego de cartas, a unos les toca ser rey, a otros, sota, y a la mayoría, soldado raso. Todo el mundo de los adultos está regido por unas normas, que tal como percibe, no tienen sentido alguno. La vida es un juego tan absurdo y arbitrario como el partido de criquet que organiza la Reina en sus propios jardines.
martes, 3 de abril de 2018
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